jueves, 6 de septiembre de 2012


No sé ni como empezar. No quiero nada más No puedo más. Ya no se ni como expresar todo lo que llevo, todo lo que tengo aqui. Cada vez duele mas todo, cada golpe, cada risa, cada suspiro, cada mirada. Me estoy reinventando a mi misma una y otra vez, convenciéndome de que el dia siguiente será mejor, y me equivoco. Me equivoco porque por mas que lo intento, no puedo, no lo consigo. Yo lo unico que pedía era tenerte aqui a  mi lado, diciendome que todo va a ir mejor, no que se lo digas a ella, diciendome que no me vas a dejar caer, que me amas como nunca lo has hecho a nadie, que sin mi no vales. Quiero que estes aqui, conmigo, que seas mio. Quiero verte todos los días del año, que no me cansaría. No quiero que me prometas un para siempre que no vas a cumplir quiero que me prometas el hoy, el presente. 

martes, 14 de agosto de 2012

TU.

No es que pase de tú cara, porque no, no paso. Simplemente estoy muy cansada, muy harta. 
Creo que además de quererte, que sí admito que te quiero, o te tengo mucho cariño. Creo que 
simplemente tengo ganas de ti. Tengo muchas ganas de saber a que saben tus besos y esas cosas que no hace falta decir. He llegado a pensar que sólo eres un capricho. Que me he empeñado, como siempre, en tenerte un rato. Que de tantos días sin ver tus labios les tengo ganas. Será porque no los he probado, será. No sé. Será porque eres difícil. Porque sería difícil tan si quiera un solo intento. Y bueno, además de caprichosa, soy poco constante, me canso. Me harto rápido. Me joden tus vaivenes, tus idas y venidas. Me canso de esperar para nada. De buscarme otras sonrisas que no se comparan a la tuya. Me aburre intentar pensar en otros. No pensar en ti. Me da asco en silencio. Y tus inseguridades me revientan. Deja de joderme ya. Aclárate la cabeza. Y cuando sepas si quieres besarme, vuelves, me miras a la cara y todo lo que quieras, todo lo que queramos...



jueves, 2 de agosto de 2012

No quiero celos ni amor enfermo solo buenos momentos que sean eternos




Una vez oí en la radio que un psicólogo inglés había dicho que, las personas, deberíamos vivir al revés.Su teoría decía que deberíamos comenzar la vida muriendo. De este modo, quedaría superado uno de los traumas que todos, o la gran mayoría de las personas tenemos. Comenzar a vivir con una pensión a plazo fijo y, al llegar a la edad de jubilación comenzar a trabajar y que en nuestro primer día de trabajo nos regalen un reloj de oro. Pasar unos años trabajando y ahorrando para que cuando llegásemos a nuestra juventud, sobre los veinte años y con dinero ahorrado en el banco, dejásemos de trabajar y nos dedicásemos a vivir la vida e ir de fiesta por ahí con los amigos.  Así hasta llegar a la infancia y disfrutarla, una vez hecho esto, pasar nuestros últimos meses de vida flotando y calentitos en el útero materno para, al final, morir en un orgasmo.

domingo, 29 de abril de 2012

Y me da igual el cómo llegó a mi vida, ni siquiera me importó. Me olvidé de mirar atrás, de hacerme preguntas de cómo pudimos llegar tan alto. Solo sé que me siento segura volando contigo, que cuando te ríes conmigo es más fácil quererte. Al fin y al cabo si todo fuera casualidad, dolería demasiado... Aunque no tanto como cuando me quedo inmóvil, observando cómo se te eriza el vello al repasar tu nuca con las yemas de mis dedos. Y sé que cortarías el tiempo al despertar, te girarías para besarme tantas veces como nuestro cuerpo aguantara, y entonces a mí, a mí... se me olvidaría respirar...



viernes, 13 de abril de 2012

Hagamos un pacto yo y tu sonrisa.


Ven, que vamos a recorrer el mundo yo y tu sonrisa. Vamos a saltar desde la torre Eiffel. Vamos a pasar días enteros besándonos hasta que se gasten nuestros labios. Voy a gritarte desde la otra punta del mundo que te quiero. Vamos a pasar la vida juntos, cometiendo locuras, errores, estupideces y lo que haga falta. Tu voz será mi música. Tu mirada la linterna de mi camino. Tu sonrisa una razón para vivir. Vamos a aprender a no caernos, a levantarnos en cada tropezón, pero eso sí, siempre juntos. Vamos a perdernos para encontrarnos. Vamos a llorar de alegría y a reírnos de nosotros mismos. Ven que nuestra vida empieza ya. Ven, que te voy a enseñar a ser feliz.

lunes, 9 de abril de 2012


Las personas somos como un coche. Fisicamente podemos llamar muchisimo la atención, pero hay que conocernos personalmente, eso conlleva mirar dentro del coche. El coche tiene un motor, que al principio durante bastantes años, funciona a la perfección. Nos lleva de un lado a otro, va rápido, sin problemas, siempre está disponible... Nosotros tenemos como motor un corazón. Ese corazón durante los primeros años, no da problemas vive a lo loco, sin pensar en las consecuencias, también va rápido y está disponible... Hasta que llega alguien, alguien que lo estropea. Ocupa el corazón durante un tiempo, y puede que hasta lo haga funcionar mejor. Ver las cosas de otro color o salir adelante con más fuerza. Pero un día, se va, sin avisar, y duele, hace daño, mucho daño. El problema es que en un coche, si su motor se estropea, éste se puede reparar, arreglar. Sin embargo nosotros no. Yo no. Yo no soy como un coche que se pueda reparar, ya nunca funcionaré bien.

viernes, 6 de abril de 2012

A veces creo que la vida es demasiado corta, y que necesitamos otra para entender lo que realmente importa.


Aquellos ojos podían ver en aquella mañana de primavera como mi vida seguía su curso, sin treguas. Sin darse cuenta de la intensidad que tenía cada latido en el silencio. Y continuaba, no esperaba, nunca esperaba. Los meses pasaban desde ese principio de año en el cual nos conocimos. Con ellos los días, semanas, meses. Y estaciones. Los sentimientos cada vez eran más fuertes. De esas veces que no sabes aminorar o directamente no puedes, y como consecuencia te pierdes en el camino. Yo ya me había perdido. Y es que hacía mucho tiempo que alguien así no llamaba a mi puerta.

Con el paso del tiempo, se iba convirtiendo en algo más. Se iba clavando en mí. La sensación me comenzaba a gustar... Y salté. Salté al vacío. Sabía lo que habia arriba, conmigo. Pero no me merecía el infierno que me esperaba abajo. Me estaba arriesgando sin tener nada seguro y ahora la incertidumbre me acompañaba. La sensación estaba perdiendo su encanto. Sin querer y cada vez más, lo perdía poco a poco. Y sus ojos lo sabían. Ellos no auguraban nada bueno. Así que esta impresión nunca fue equivocada, ya sentía como el daño me lo estaba proporcionando yo misma. Esas miradas perdidas obtenían la respuesta. Esos reencuentros, los menos pensados, eran los que más dolían. Ahora se clavaban más. Más adentro. Lo que antes daba una máxima felicidad, hoy ya no. Hoy lograba asfixiarme. Era la soga que me sujetaba y me ahogaba al mismo tiempo.

Ya no preguntaba, no quería saber. Hacía tiempo que me había hundido y cuando se acercaban los mediados de cada mes, el estado anímico se volvía pésimo. Aquello  que tanto deseo, es volver a esa primavera, donde todo parecía ser perfecto y esos ojos me decían que ese era mi lugar.


jueves, 5 de abril de 2012

¿Y si el amor acompañado de dudas fuera el mejor?¿ y si esa duda nos uniera a los dos?

Quizás y lo más seguro, es que pienses que ya no me acuerdo de tí. Que te olvidé, que no sigo recordandote nada más despertarme y que no siga soñando contigo. Lo más probable es que creas que  ya no  permanecen en mi esas ganas de besarte, o de hacerte el hombre más feliz del mundo, de decirte te quiero, nada más verte, oírte, y de demostrartelo. De hacer de un feo domingo, una tarde increible en el sofá a lo más tradicional, juntos, tapados con la manta hasta arriba y viendo nuestra pelicula favorita. De prepararnos cenas, meriendas, almuerzos, de pasar días y días juntos. De hacer el amor en mi cama, en la tuya. La verdad, poco me importa el sitio si lo hago contigo. Saber todavía más de ti si es que se puede. Reirnos a todas horas y nunca cansarnos. Y es que no sabes hasta que punto te equivocas si piensas que no sigo teniendo el deseo de tenerte. Nunca, nunca, nunca  estuve tan segura de querer estar con alguien para toda mi vida. Y pongo la mano en el fuego que no me quemaría, que duraría hasta el fin de nuestros días.